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a Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) confirmó en febrero del 2018 que tres polémicos insecticidas neonicotinoides (imidacloprid y clotianidina, fabricados por Bayer, y tiametoxam, de Syngenta) en general representan un riesgo para las abejas silvestres y las abejas melíferas. Estos pesticidas, de uso frecuente en todo el mundo en cultivos de maíz, girasol, colza y algodón, están sometidos a restricciones en la UE desde 2013, en aplicación del principio de precaución.
Tras analizar 1.500 estudios científicos, los resultados reflejan variaciones en función de factores como la especie de abeja, el uso previsto para el plaguicida y las diferentes rutas de exposición (a través de residuos en polen y néctar, por la dispersión del polvo durante la siembra de semillas tratadas o a través del consumo de agua), según especifica la agencia europea, que admite riesgos bajos para algunos usos. Sin embargo, tomadas en conjunto, las conclusiones confirman que los neonicotinoides representan un riesgo para las abejas. La EFSA subraya que son los estados miembros y la Comisión Europea los que tendrán que tomar una decisión tras el dictamen de la EFSA.
En los últimos años, multitud de estudios científicos han alertado del declive de las abejas, golpeadas por diferentes amenazas aparte del uso abusivo de algunos pesticidas tales como la desaparición de su hábitat, una avispa asiática invasora que destruye las colmenas, el parásito Nosepa apis que colapsa su aparato digestivo, el ácaro Varroa que ingiere sus líquidos internos y el calentamiento global. Los expertos de la EFSA reconocieron en una cumbre en Bruselas que se desconoce qué está pasando realmente con las abejas.
También se conocieron los resultados del experimento financiado por los propios fabricantes de los pesticidas, Bayer y Syngenta. Investigadores del Centro para la Ecología y la Hidrología de Reino Unido estudiaron 2.000 hectáreas de cultivos de colza cuyas semillas fueron tratadas con los insecticidas tiametoxam y clotianidina, en Alemania, Hungría y Reino Unido. En Hungría, el número de colonias de abejas descendió un 24% durante el invierno. En Reino Unido, hasta un 79%, aunque en zonas sin neonicotinoides la caída fue de un 58%. En Alemania, sin embargo, no se detectaron efectos negativos e incluso la vitalidad de las colonias de abejas melíferas aumentó cuando las abejas pecorearon en colza tratada, según destacó Bayer en un comunicado. Tanto Bayer como Syngenta criticaron las conclusiones del estudio que ellas mismas habían financiado.
El principal autor de aquel trabajo, el entomólogo Ben Alex Woodcock subrayó las ventajas de estos pesticidas, pese a sus inconvenientes. Según Woodcock, los neonicotinoides se dirigen a insectos que dañan la planta y se pueden aplicar en semillas en muy bajas dosis, pero protegen a toda la planta y reducen la necesidad de insecticidas de amplio espectro pulverizados y que Es posible que haya maneras de mitigar los impactos negativos de los neonicotinoides en las abejas, mediante la mejora de la cría de las abejas o aumentando la disponibilidad de plantas con flores en áreas no cultivadas del paisaje agrícola. Las autoridades tienen ahora que evaluar estos riesgos y compararlos con los de las alternativas.
La directora del grupo de Biología y Biodiversidad de Artrópodos de la Universidad Complutense de Madrid, Concepción Ornosa, opina que los resultados son muy interesantes, pero que no son concluyentes del todo, y subraya que el equipo de Woodcock solo trabaja con tres especies criadas artificialmente por empresas para su uso en agricultura, pero que hay miles de especies de abejas silvestres en el mundo. También señala que los neonicotinoides no parecen afectar negativamente al abejorro común y a la abeja solitaria el primer año del tratamiento, pero sí el año siguiente. El nuevo estudio muestra una menor reproducción de las abejas en las colmenas en las que se hallaron residuos de neonicotinoides.
La bióloga sueca Maj Rundlöf descubrió hace dos años que un compuesto de dos insecticidas, clotianidina y ciflutrina, aplicado a semillas de colza tenía efectos negativos en dos especies de abejas silvestres, pero no en la doméstica abeja de la miel. Para Rundlöf, de la Universidad de Lund, los nuevos resultados de Woodcock son muy diversos y no son consistentes a lo largo de los tratamientos con los pesticidas.
La Asociación Europea de Protección de Cultivos, que representa a la industria, ha dicho a través de su portavoz Anna Gatt Seretny, que no hay pruebas que demuestren que las restricciones a los neonicotinoides hayan tenido un impacto positivo en las poblaciones de abejas en Europa. Según esta organización, si finalmente se prohíben los neonicotinoides, la UE se convertirá rápidamente en un importador neto de maíz, trigo y de otros cultivos básicos. La ONG ecologista Greenpeace pidió al Gobierno español que respaldara la propuesta de prohibición de los tres insecticidas neonicotinoides que se votó en Bruselas en marzo del 2018. El debate sobre los insecticidas neonicotinoides sigue abierto.
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